viernes, 31 de agosto de 2007
jueves, 30 de agosto de 2007
miércoles, 29 de agosto de 2007
martes, 28 de agosto de 2007
lunes, 27 de agosto de 2007
viernes, 24 de agosto de 2007
jueves, 23 de agosto de 2007
Lo que el ojo no vio (o sí), 1
La vuelta nunca es completa. Uno deja parte de sí allá adonde va y de allá se trae algo irrepetible. Gracias a la fotografía lo que el ojo vio (o no) se transforma en lo visto y lo plasmado y adopta para siempre el aire fijo e invariable de la instantánea.
Gracias a la fotografía y a la red, todo eso, aun vicariamente, se puede compartir. Como andaré muy ocupado las próximas dos semanas, me limitaré a ir colgando aquí algunas muestras de lo visto y lo plasmado, sin mayor comentario ni identificación de lugar y fecha. No enseñan el viaje ni lo pretenden. Sólo aspiran a compartir el sueño de quien lo emprendió. Están estrictamente en el orden en que fueron tomadas (entre otras muchas) y por lo tanto, aunque incógnita, trazan una geografía que pide del espectador un imaginación cómplice. Para quien suscribe es un modo de ofrecer curiosidad, sueños y belleza a todos los amigos que de continuo se pasan por aquí y dejan sus comentarios amables y cariñosos: para todos ellos, que me han echado de menos mientras yo veía (o no) lo que aquí se enseña.
Gracias a la fotografía y a la red, todo eso, aun vicariamente, se puede compartir. Como andaré muy ocupado las próximas dos semanas, me limitaré a ir colgando aquí algunas muestras de lo visto y lo plasmado, sin mayor comentario ni identificación de lugar y fecha. No enseñan el viaje ni lo pretenden. Sólo aspiran a compartir el sueño de quien lo emprendió. Están estrictamente en el orden en que fueron tomadas (entre otras muchas) y por lo tanto, aunque incógnita, trazan una geografía que pide del espectador un imaginación cómplice. Para quien suscribe es un modo de ofrecer curiosidad, sueños y belleza a todos los amigos que de continuo se pasan por aquí y dejan sus comentarios amables y cariñosos: para todos ellos, que me han echado de menos mientras yo veía (o no) lo que aquí se enseña.
Miedo me da
Apuro me da después de repasar, a la ligera y casi sin respirar, las bitácoras amigas y envidiadas. Se va uno unos pocos días (tengo un mes de vacaciones, como todo el mundo) y cuando vuelve hay tanto que leer y comentar que da no sé qué. Incluso alguna reconvención amistosa que indica que, aun estando fuera, el blog propio y (mucho más) los ajenos son diarios que no se pueden abandonar durante mucho tiempo.
Me da cosa la reentrada. Me recuerda aquellas otras cuando en medio de las largas vacaciones de verano (aquéllas sí, de tres meses) nos llevaban quince días a la playa. Volvíamos morenos y felices pero tímidos, apocados, porque todos los demás se habían quedado en el pueblo y su mundo, nuestro mundo, había seguido con ellos pero sin nosotros: ¿y quién nos iba a aceptar después de faltarles una verdadera eternidad?
Miedo me da.
Me da cosa la reentrada. Me recuerda aquellas otras cuando en medio de las largas vacaciones de verano (aquéllas sí, de tres meses) nos llevaban quince días a la playa. Volvíamos morenos y felices pero tímidos, apocados, porque todos los demás se habían quedado en el pueblo y su mundo, nuestro mundo, había seguido con ellos pero sin nosotros: ¿y quién nos iba a aceptar después de faltarles una verdadera eternidad?
Miedo me da.
(del diario de un jardinero, ya de vuelta, un día impreciso de agosto de 2007)
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