miércoles, 24 de enero de 2007

Estremecimiento, magia


Creí que nunca volvería a ver esta grabación . La emitieron hace años en TVE, dentro de una serie sobre jazz. La grabé en una de aquellas cintas beta que luego no pude reconvertir a VHS. La he buscado en DVD sin éxito, siempre la encuentro fragmentada. Hace días se me ocurrió buscar en YouTube. Por fin.

Billie entra en el escenario, los músicos la esperan. El arranque es dubitativo, sólo un segundo, hasta que los instrumentos tocan por fin al unísono. Billie apenas esboza una sonrisa y ataca la letra, simple y expresiva, de su propia composición: My man don't love me / he treats me oh so mean.

Una mirada de seducción le arranca el solo de Webster. El momento es importante. Se trata de la primera improvisación sobre el tema y, por lo tanto, establece el tono para todos los demás. Webster no es modesto: se muestra potente y sedoso, como suele, introduce algunos vericuetos que la primera estrofa no permitía anticipar y redondea con su habitual facilidad, con su sonido amplio y poderoso.

En comparación, Lester Young, que se ha puesto en pie con el tiempo justo y tiene que dar un paso largo para llegar al micrófono, se muestra contenido. Lo cierto es que no está fuerte. Le queda poco más de un año de vida y las drogas están terminando de liquidar la poca estabilidad mental que su paso por el ejército le había dejado. Pero la música no le ha abandonado. Billie le escucha y sonríe cuando Young, al que ella llamaba "Pres", recoge la invitación de Webster y la dice a su modo. Abiertamente mientras asiente con la cabeza, siguiendo el ritmo.

Es entonces. Los ojos se le humedecen. Verlo para creerlo: una grabación en blanco y negro, deficiente, lo muestra sin género de duda. Billie contiene las lágrimas, se pasa la lengua por los labios. Ella y Lester ya no están juntos, lo suyo quedó atrás hace mucho tiempo, pero algo que es amor, que no puede ser otra cosa, se hace música en ese momento. Billie canta la segunda estrofa: como no ha carraspeado, se nota que la garganta no le responde en el primer verso. Se repone. Pero cuando termina con he is so fine and mellow, la voz está a punto de quebrársele y las lágrimas vuelven a anegarle los ojos.

Estremecimiento.

Y aunque Vic Dickenson intenta hacerle olvidar con su trombón, la emoción sigue ahí, sentada con ella en el taburete desde el que canta. Mulligan, entonces con treinta años, avanza para hacer su solo. El suyo es un instrumento pesado, hay que soplar mucho para llenar la columna de aire del barítono y él es joven, tímido, arisco y falto de confianza. Sale a conquistar, es una oportunidad única. Un quiebro inesperado que se remonta a Webster hace brillar los ojos de la dama. Otra estrofa y es el turno de Hawkins que, en un momento dado, abre los ojos y cita, breve pero literalmente, una de las frases que ha empleado hace un momento Mulligan. Sonrisa de éste al verse recompensado. Sonríe también Billie al escuchar a Roy Eldridge en el registro altísimo de su trompeta. Y él también sin dejar de soplar. Entre tanta sonrisa, los ojos de Billie, sin embargo, siguen húmedos.

Magia.

Love is just like a faucet / it turns off and on. / Sometimes when you think it is on,babe / it has turn off and gone.

Cada vez que, como ayer, pongo un tema de Billie Holiday en el programa (ayer fue I must have that man) recuerdo esta grabación de 1957. Y vuelvo a verla y a escucharla con la misma emoción.

De todos los que hicieron esos ocho minutos y medio de emoción ninguno vive ya aunque sí en esa grabación que daba por perdida. Como su música, su magia, su estremecimiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mágico y estremecedor vídeo, ciertamente. Y muy ilustrativa la explicación.
Me va a gustar este sitio...
Bienvenido al mundo de las bitácoras :-)

Portarosa dijo...

Con esta entrada, tienes en mí ya desde el principio un asiduo visitante.
Me ha gustado mucho.

Bienvenido, y que disfrutes de esto, que puede dar muchas satisfacciones.