Miran siempre así, durante semanas largas. Un día se marchitan, casi sin previo aviso. Se entregan después a un sueño en que los tallos secos y la terquedad en no salir de sí mismas, sin dar motivos a la esperanza, producen una irritación que puede llevar al orquidicidio. Y un buen día emiten unos brotes sin venir a cuento. A la luz, la de este invierno, escasa. Con cuidados prácticamente inexistentes. Aparecen los capullos. Engordan. Luego se abren. Es cosa de veinticuatro horas. Y se quedan mirando el mundo durante semanas. Mientras yo las miro.
lunes, 29 de enero de 2007
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2 comentarios:
Así que son así de caprichosas. Tienen, parece, algo de flor fatal.
¿Has leído Autorretrato con radiador, de C. Bobin? A un amante de las flores como tú, seguro que le gustará.
Un abrazo.
Ahhh, qué bello.
Junto con los tulipanes, mis preferidos.
Bella semana FPC.
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