sábado, 20 de octubre de 2007

Amanecer

I
Un viaje relámpago a Madrid me permite ver amanecer en el tren. Por detrás de la línea quebrada de los cerros (el Ebro anda por ahí, exhalando sus brumas) aparece el disco cobrizo, perfecto, tan sólo con una veladura rasgada de nubes oscuras que se disipa pronto. Es el único momento en que realmente lo vemos, mirándolo cara a cara. Un minuto después esa complicidad es imposible: nos dejaría ciegos. En el coche 9, los viajeros que me rodean, sin embargo, ríen las gracias de no sé qué película norteamericana. Se pierden el trozo de cielo que azulea ahora mismo y que muestra no menos de una docena de líneas blancas de otros tantos aviones que van y vienen llevando a gentes como a nosotros y de las que no sabremos nunca. Se pierden la desolación de las estaciones semiabandonadas, con restos de vagones, ferralla inútil, vías crecidas de malas hierbas. Se pierden, claro es, ese milagro del zumo naranja que rebosa del horizonte y se vierte en la mañana para iluminarla. No sé cómo se llama la película.

Interludio
Tras una reunión que parece inacabable, una comida en un lugar ruidoso y vuelta a la estación para coger el tren. En esas pocas horas, resuelvo los asuntos de trabajo, satisfactoriamente. Madrid me invita pero hoy no puedo dedicarle tiempo. Saco unas fotos que enseñar a mis alumnos del jardín tropical de Atocha. Me vuelvo habiendo conocido a una persona, J., que merece la pena.

II
Cuando llego a casa,a las tantas, agotado de todo el día sin quitarme los zapatos, enciendo el ordenador para revisar el correo y repasar, siquiera brevemente, las bitácoras amigas. Y me encuentro con esto. No tengo palabras para agradecer tanto afecto. De modo que sólo digo "gracias".

(del diario de un jardinero de ida y vuelta, octubre de 2007)

5 comentarios:

amart dijo...

Recompensas como la que te aguardaba tras un día duro, merecen, desde luego, el esfuerzo.
Me sumo, como quedó dicho en su día, al comentario, y te auguro, bien lo sabes, muchos más títulos que, seguro, tienes ya en la cabeza.
Un abrazo, jardinero. Un abrazo, poeta.

Cerillo dijo...

Alabo su juego de ríos con banderas reconviniendo a los que nos pretenden hacer elegir sin que tengamos ninguna ganas de hacerlo. Esta lucha por llevar el agua a nuestro molino cuartea la tierra, pero que más da si vamos mirando comedia mientras pasa la tierra, la vida delante de nuestras narices sin verla.
¿Se puede conseguir su libro?

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Buen detalle el de don Santos.
Me alegro.
El libro lo merece.
Un abrazo.

FPC dijo...

Sí, un magnífico detalle, cordial y afectuoso, que agradezco nuevamente desde aquí.
Un abrazo a los tres.

FPC dijo...

Amigo cerillo: déjame aquí tu dirección de correo, por favor.