¿Qué libro se llevaría usted a una isla desierta?
Típica y tópica, la pregunta no tiene respuesta. Primero, porque no me voy a una isla desierta (aunque las ganas crecen). Segundo, porque no quiero restringirme a un solo libro; me llevaría muchos. Tercero, porque estoy aprovechando el trasfondo de selección que exige la pregunta para releer, y a cada libro que releo me salen más candidatos. En no pocas ocasiones caigo en la cuenta de que estos libros de la hipotética lista siempre han estado ahí, me han acompañado de casa en casa, en todas mis vicisitudes. Cuarto, espero no tener que hacer ya más mudanzas. No solamente el saber de los libros ocupa lugar, sino que pesa una enormidad (cuento un mínimo de siete mudanzas acarreando mis libros, más numerosos a cada una de ellas, y seguro que se me olvida alguna. Después de la tercera, la desesperación me venció. Acudí a la Biblioteca Municipal del pueblo del que me iba y pregunté si admitían donaciones. Regalé cerca de 450 libros. Lo peor es que la Biblioteca estaba en unas dependencias municipales, en un 2º piso sin ascensor. El Bibliotecario era un septuagenario, ya jubilado, que trabajaba por amor al arte. No iba él a ayudarme a subirlos. Con sinceridad: ¡bien poco me quejo de mis lumbalgias recurrentes!). Y quinto, sé de buena tinta que ya no quedan islas desiertas.
En resumidas cuentas, que, más que un libro, llevaría un baúl completo. Iré ofreciendo aquí su contenido. De ese baúl iré entresacando algunos títulos que, hoy, me siguen pareciendo significativos. Trataré de dar al texto su contexto, de ofrecer una historia paralela o, al menos, un marco que se parezca al de su adquisición, al de su primera lectura, unas fechas, quizá algún nombre. Será una manera de rememorarlos y compartirlos con todos los que pasen por aquí. Y de animarles a la lectura, si se dejan; puede que algunos de ellos guarden para alguien cierta novedad. Será, así, no sólo un canto a la nostalgia sino también una puesta al día entre tantas novedades inanes y tan livianas que desaparecen con el primer rayo de sol, o la primera lluvia.
Si una persona es los libros que lee (¿quién dijo esto?) esta sección de la isla desierta acogerá entonces algo, o mucho, de lo que soy.
Típica y tópica, la pregunta no tiene respuesta. Primero, porque no me voy a una isla desierta (aunque las ganas crecen). Segundo, porque no quiero restringirme a un solo libro; me llevaría muchos. Tercero, porque estoy aprovechando el trasfondo de selección que exige la pregunta para releer, y a cada libro que releo me salen más candidatos. En no pocas ocasiones caigo en la cuenta de que estos libros de la hipotética lista siempre han estado ahí, me han acompañado de casa en casa, en todas mis vicisitudes. Cuarto, espero no tener que hacer ya más mudanzas. No solamente el saber de los libros ocupa lugar, sino que pesa una enormidad (cuento un mínimo de siete mudanzas acarreando mis libros, más numerosos a cada una de ellas, y seguro que se me olvida alguna. Después de la tercera, la desesperación me venció. Acudí a la Biblioteca Municipal del pueblo del que me iba y pregunté si admitían donaciones. Regalé cerca de 450 libros. Lo peor es que la Biblioteca estaba en unas dependencias municipales, en un 2º piso sin ascensor. El Bibliotecario era un septuagenario, ya jubilado, que trabajaba por amor al arte. No iba él a ayudarme a subirlos. Con sinceridad: ¡bien poco me quejo de mis lumbalgias recurrentes!). Y quinto, sé de buena tinta que ya no quedan islas desiertas.
En resumidas cuentas, que, más que un libro, llevaría un baúl completo. Iré ofreciendo aquí su contenido. De ese baúl iré entresacando algunos títulos que, hoy, me siguen pareciendo significativos. Trataré de dar al texto su contexto, de ofrecer una historia paralela o, al menos, un marco que se parezca al de su adquisición, al de su primera lectura, unas fechas, quizá algún nombre. Será una manera de rememorarlos y compartirlos con todos los que pasen por aquí. Y de animarles a la lectura, si se dejan; puede que algunos de ellos guarden para alguien cierta novedad. Será, así, no sólo un canto a la nostalgia sino también una puesta al día entre tantas novedades inanes y tan livianas que desaparecen con el primer rayo de sol, o la primera lluvia.
Si una persona es los libros que lee (¿quién dijo esto?) esta sección de la isla desierta acogerá entonces algo, o mucho, de lo que soy.
3 comentarios:
Muy sugerente introducción.
Se aguarda desarrollo.
Un abrazo.
Me encantará ir leyéndolos.
Creo que yo me llevaría uno muy muy largo. "En busca del tiempo perdido", que además no he leído, sería un buen candidato.
Sobre las mudanzas: en una de las nuestras cuando vivía con mis padres, uno de los de la empresa, al coger una caja que pesaba un quintal, y preguntado qué tenía dentro, dijo, al saber que eran libros "¡Me cago en la cultura de Dios...!". Genial.
Un abrazo.
Gracias por vuestra visita.
Iré poniendo títulos cuando pueda: el primero, espero que esta misma tarde. Y ya hablaré de Proust, que me acompañó mucho durante tiempo.
Un abrazo.
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