En estos días indecisos entre el invierno y la primavera, cuando apenas hay plantas brotadas y las flores son escasas, echo de menos el mar. Yo, que soy de tierra adentro, necesito ver y oír y oler el mar. Palabras como rompiente, gaviota, arena, arrecife, acantilado, forman las orillas de mi mar interior. No es lo único, claro, pero estos días de agobio y prisas necesito saber que el agua que no se deja abarcar, la primigenia, la que une los continentes separados por la tectónica de placas, sigue ahí, y me espera.
(del diario de un jardinero, marzo de 2007)
1 comentario:
FPC. Estos últimos post... qué bellos. Disfruté en especial de éste. A veces me siento como anhelando un encuentro conmigo misma, de mí hacia mi, desde mis bordes hacia el centro y del centro a la orilla, y un poco pensé en ello después de leerte.
Quiero comentarte algo... ¿recuerdas la entrada de las orquídeas? bueno, pues tomé esa imagen y pinté algo... mañana lo presento en una galería [muy pequeñita] y quiero agradecerte por el momento de inspiración que suscitaste.
Un saludo y mis mejores deseos para tu día.
Roxana.
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