Vaya por delante que la calidad (visual) no es la debida. Pero el asunto es lo que se escucha, aunque Ella Fitzgerald (1917-1996) era ya un espectáculo en sí: sus movimientos, en apariencia torpes, acompañaban perfectamente a su música.
Al piano está Count Basie (1904-1984) que toca como solía, con ese estilo herencia del piano stride (a trancos, como cabalgando sobre las teclas) y modificado para dejar en ellas las notas justas, sin rellenar todo el espacio sonoro posible. Algo que contrastaba mucho con otros estilos pianísticos muy floreados y llenos de adornos, como el de Art Tatum. Claro que Basie tenía detrás toda una orquesta, que también tenía que expresarse.
El contrabajista es, si no me equivoco, Cleveland Eaton, un secundario que Basie utilizó durante su gira de 1979 y que, como se ve, de secundario nada. El tema, Honeysuckle rose, uno de los que nos dejó el pianista Fats Waller (1904-1943).
Y Ella Fitzgerald. Bastan dos o tres minutos para oirla en todo su esplendor. Canta en dos octavas distintas, retrasa o acelera el tempo para marcar el ritmo, practica a fondo el scat (una palabra de etimología incierta y que ha pasado a designar el canto jazzístico sin palabras, sólo mediante sílabas sin significado). Hay que oirla cómo se arranca partiendo de los versículos de la canción para luego inventar por su cuenta. Su dicción era magnífica, su entonación perfecta. Su sentido del ritmo, impecable. Su repertorio no eludía algunas canciones populares (como The Cheasapeake & Ohio) aunque se nutría de los standards más atractivos de cada momento. Quizá la ha perjudicado entre nosotros el hecho de que siempre se la asocia al jazz tradicional: lo que cantaba era puro swing y no pocas cantantes la han imitado o han aprendido de ella. ¿Innovadora? Baste decir que cantó con los mejores músicos de su época, en orquestas o grupos pequeños, a capella o en dúo. Innovar porque sí no parece tener mucho sentido. Y en cambio lo tiene, y mucho, escucharla de vez en cuando: lo que dice y cómo lo dice sigue vigente: The lady is a tramp o este Honeysuckle rose son muy buenos ejemplos de esta música vitalista, para disfrutar.
(dedicado al señor de portorosa, de quien ya sé que, llegado el caso, prefiere a Billie Holiday)
Al piano está Count Basie (1904-1984) que toca como solía, con ese estilo herencia del piano stride (a trancos, como cabalgando sobre las teclas) y modificado para dejar en ellas las notas justas, sin rellenar todo el espacio sonoro posible. Algo que contrastaba mucho con otros estilos pianísticos muy floreados y llenos de adornos, como el de Art Tatum. Claro que Basie tenía detrás toda una orquesta, que también tenía que expresarse.
El contrabajista es, si no me equivoco, Cleveland Eaton, un secundario que Basie utilizó durante su gira de 1979 y que, como se ve, de secundario nada. El tema, Honeysuckle rose, uno de los que nos dejó el pianista Fats Waller (1904-1943).
Y Ella Fitzgerald. Bastan dos o tres minutos para oirla en todo su esplendor. Canta en dos octavas distintas, retrasa o acelera el tempo para marcar el ritmo, practica a fondo el scat (una palabra de etimología incierta y que ha pasado a designar el canto jazzístico sin palabras, sólo mediante sílabas sin significado). Hay que oirla cómo se arranca partiendo de los versículos de la canción para luego inventar por su cuenta. Su dicción era magnífica, su entonación perfecta. Su sentido del ritmo, impecable. Su repertorio no eludía algunas canciones populares (como The Cheasapeake & Ohio) aunque se nutría de los standards más atractivos de cada momento. Quizá la ha perjudicado entre nosotros el hecho de que siempre se la asocia al jazz tradicional: lo que cantaba era puro swing y no pocas cantantes la han imitado o han aprendido de ella. ¿Innovadora? Baste decir que cantó con los mejores músicos de su época, en orquestas o grupos pequeños, a capella o en dúo. Innovar porque sí no parece tener mucho sentido. Y en cambio lo tiene, y mucho, escucharla de vez en cuando: lo que dice y cómo lo dice sigue vigente: The lady is a tramp o este Honeysuckle rose son muy buenos ejemplos de esta música vitalista, para disfrutar.
(dedicado al señor de portorosa, de quien ya sé que, llegado el caso, prefiere a Billie Holiday)
2 comentarios:
¡Perdón, perdón, perdón!
Como desde el trabajo no puedo ver los vídeos, se me pasó en su día este post, y me han tenido que avisar de la dedicatoria. Siento el despiste (a mí, sinceramente, me habría fastidiado no ser respondido).
Aparte de eso, me ha encantado. Lo bueno es que, prefiera uno lo que prefiera, no tiene que elegir. Esto no es un matrimonio (al menos, no monógamo), se puede optar por las dos, o por todas.
Un abrazo, FPC, y muchas gracias.
De nada, es un placer. Y efectivamente se puede ser (incluso se debería ser)polígamo. A mí, por lo menos, me parece perfecto en este caso.
Un abrazo.
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