lunes, 11 de junio de 2007

Con los pies en el agua

Una escapada para ver el mar no lejos de Santoña. Un paseo por la playa de Berria, casi solitaria en un domingo en que la televisión deportiva gana adeptos a la raqueta, a los motores de alto rendimiento. La maravilla del agua fresca, ya no helada del invierno, está, sin embargo, ahí, mojando los tobillos, y más, a quien se atreva.

Baja la marea y el agua se va perdiendo como por un sumidero hondo y desconocido. En el horizonte, un racimo de nubes cada vez más negras que arrojan rayos al agua. De tanto en tanto, llega a la orilla el retumbar de truenos. El Dueso, de infaustos recuerdos para tantos, sigue teniendo su posición privilegiada sobre la bahía que se abre en una arena inigualable. Ser preso ahí es ser preso dos veces.

El agua va y viene y mañana seguirá viniendo y yendo cuando yo esté de vuelta. No sólo nos precedieron y nos sobrevivirán las cucarachas, sino también la geología animada nos precedió y nos sigue. Insoportable levedad, seguramente diría Kundera. Para nosotros no hay más. Somos eso. Levedad que las olas baten y habrán de batir unos denostados insectos.

(del diario de un jardinero, junio de 2007)

3 comentarios:

Portarosa dijo...

Precioso.

Un abrazo.

Neves de ontem dijo...

Leves como un junco. Saludos.

FPC dijo...

Saludos a los dos y gracias por dejaros caer por aquí.