Apuro me da después de repasar, a la ligera y casi sin respirar, las bitácoras amigas y envidiadas. Se va uno unos pocos días (tengo un mes de vacaciones, como todo el mundo) y cuando vuelve hay tanto que leer y comentar que da no sé qué. Incluso alguna reconvención amistosa que indica que, aun estando fuera, el blog propio y (mucho más) los ajenos son diarios que no se pueden abandonar durante mucho tiempo.
Me da cosa la reentrada. Me recuerda aquellas otras cuando en medio de las largas vacaciones de verano (aquéllas sí, de tres meses) nos llevaban quince días a la playa. Volvíamos morenos y felices pero tímidos, apocados, porque todos los demás se habían quedado en el pueblo y su mundo, nuestro mundo, había seguido con ellos pero sin nosotros: ¿y quién nos iba a aceptar después de faltarles una verdadera eternidad?
Miedo me da.
Me da cosa la reentrada. Me recuerda aquellas otras cuando en medio de las largas vacaciones de verano (aquéllas sí, de tres meses) nos llevaban quince días a la playa. Volvíamos morenos y felices pero tímidos, apocados, porque todos los demás se habían quedado en el pueblo y su mundo, nuestro mundo, había seguido con ellos pero sin nosotros: ¿y quién nos iba a aceptar después de faltarles una verdadera eternidad?
Miedo me da.
(del diario de un jardinero, ya de vuelta, un día impreciso de agosto de 2007)
4 comentarios:
Que no te dé. Te estábamos esperando, pero en son de paz.
Bienvenido, FPC.
Un abrazo.
Iba a decirte que andábamos todos en una confabulación malvada para, no más llegases, hacerte el pasillo y darte una manta de collejas, pero Portorosa se me adelantó con la verdad...
Un abrazo y bienvenido.
Se te echó mucho de menos.
Un fuerte abrazo.
Sea Ud bienvenido... Ya hacía falta verle por aquí, más morenito y todo...
=)
Se le extrañaba.
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