domingo, 14 de octubre de 2007

Dos paisajes

A la ida, camino de Aranjuez para asistir a una boda, surgen tímidas, no muchas, revoleadas por un viento insidioso, algunas banderas colgadas de balcones y terrazas. Creo que los instigadores de estas cuestiones deberían notar que cuanta más definición se nos pide, cuanto más de la selección, de la bandera, del himno y de su letra, de la corona, de la tierra o la patria, de la historia reciente o pasada, de los asuntos más o menos comunes, en fin, se nos pide ser, más magro se hace el caudal y más distintos somos unos de otros, oponiendo cada cual sus matices. Tengo para mí que acaso bastara con una cosa general, amplia, difusa y sin otra definición que aquella constitución, igualadora, generosa y justa que los pueblos civilizados tienen por su ley.

A la vuelta, de regreso de Aranjuez después de asistir a una boda, el campo se abre bajo el sol muy bajo, que arroja sombras largas e impensables una hora antes. En una barda pardea la hierba, ya seca. Más allá, al rebasar una loma se ve una hilera de álamos que lanzan algunos destellos amarillos entre, todavía, tanto verde. Los tamariscos, las espadañas, los cardos que se atreven a acercarse a la autopista son muecas de sí mismos. Y la tierra, con sus hileras disciplinadas de vides, va siendo cada vez más cobre y ocre, en un último guiño antes de abandonar la escena durante un tiempo. Pirotecnia vegetal en un fin de fiesta de octubre, mes de cambios y revoluciones.


Creo que sé o intuyo cuál de estas dos estampas es más caduca, más crepuscular.



(del diario de un jardinero de ida y vuelta, octubre de 2007)

6 comentarios:

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Anduve yo también de viaje este fin de semana y vi en la fecha señalada más banderas que otras veces por balcones de lugares donde uno supondría que estas propuestas se tomarían, en la paz de la aldea, como ruido de corte. Me dio que pensar la novedad. Y la justifiqué en que quizás empiece a verse en ese símbolo maltratado por salvapatrias y taurómacos lo que sólo debería ser a estas alturas, el SOS de treinta años de bonanza en medio de una historia las más de las veces truculenta. Si así no fuera, queda por lo menos el consuelo de que andaban los trapos colgados y no tenían mástil alguno que pudiera, en caso de ofuscación, usarse con fines menos nobles.
Un abrazo.

FPC dijo...

No es que me parezca mal, pero se utiliza tan sectariamente... Prefiero, de verdad, un papel con la ley escrita para todos. Un abrazo (...y cuídate).

amart dijo...

Antes, en los viejos atlas, era frecuente que el interior de la tapa de encuadernación estuviera ilustrada con los dibujos, más o menos afortunados, de las banderas del mundo.
Me gustaría saber cuántos de los países representados gastan su tiempo y su dinero en poner permanentemente en entredicho sus símbolos.
A lo mejor es que desde Carlos III hasta hoy todavía no hemos tenido tiempo de decidir el nuestro. País...
Un abrazo y felicidades por esa literatura vestida de ocaso otoñal ribereño.

Anónimo dijo...

Me gusta mucho más el viaje de vuelta.
No me gustan los símbolos ni las banderas cuando con ellos se dividen.

Saludos

Neves de ontem dijo...

Imagino que los jardines de Aranjuez estarían muy hermosos en otoño. Saludos.

Portarosa dijo...

Muy bonito, FPC. Precioso paisaje, parece.