domingo, 18 de noviembre de 2007

Joban & Nopia

No anda La Rioja tan sobrada de acontecimientos de primera importancia como para pasar por alto la visita que el sábado hizo un pianista que es ya una leyenda: Chick Corea. Acompañado por otro músico bien conocido en ciertos ámbitos, los del country en su variante bluegrass, Béla Fleck, banyoista de profesión. Se presentaban con un disco reciente (The Enchantment) y ese fue su guión durante todo el programa al que conviene añadir algún comentario al margen.

Hay que reconocer que los dos son grandes músicos pero que Corea es un excepcional pianista. En la tríada de teclistas que han marcado una época, Hancock (Chicago, 1940), Jarrett (Allentown, 1945) y Corea (Chelsea, 1941) el primero parece haber transitado más por la vanguardia del jazz, ateniéndose a sus principios; el segundo ha seguido un camino propio iniciado casi con Miles Davis y orientado desde hace años a una invención personal, que no tiene parangón, entre la música clásica, el jazz y la música norteamericana popular; el tercero, desde siempre, ha dedicado sus esfuerzos a una fusión que le ha llevado a aventuras con otros músicos muy diversos: Tito Puente, Al di Meola, Gary Burton. Esta vez su piano va con un banyo intentando una fusión entre músicas jazzísticas y country. Un empeño difícil y, a la vista de los resultados, objetable.

Porque el piano se traga al banyo. Literalmente. Es curioso que el banyo se percibe mejor cuando ambos instrumentos tocan una línea melódica al unísono: porque el oído percibe entonces que al piano se le ha añadido algo, no espectacular ni llamativo, sino simplemente bonito: algo que altera su timbre peculiar. En todos los demás momentos, el banyo sale perdiendo: no tiene ni el porte de una guitarra ni la hondura de un contrabajo. Con cuatro o cinco cuerdas y una caja de resonancia escasa, sus armónicos son pocos y mal avenidos con una buena acústica. Baste recordar que a partir del gran Johnny St. Cyr (y eso que solía tocar uno de seis), el banyo prácticamente desapareció del mundo jazzístico. Había entrado en las bandas de Nueva Orleans por ser barato, popular y de fácil transporte en los entierros y fanfarrias callejeras. Y ahí es donde la voluntad de Corea saca oro de casi nada: cede la palabra a Fleck, remacha oportunamente los arpegios que necesita el banyo para lucirse y toca en pianísimo todo lo que hace falta. Y qué poderío cuando se arranca a toda potencia: puede que su dueño esté gordo y cojee algo pero sus manos siguen siendo un prodigio de precisión y de ataque.

Lo que es menos tragable es el espectáculo que montan ambos, con mucha bromita incluida a costa del idioma (¿hay alguien hoy día que se precie de no saber decir en un idioma tan hablado como el español unas pocas frases de salutación o agradecimiento?) y con buenas dosis de paternalismo ("bonito el auditorio que tienen ustedes aquí, sí señor", bromeó en inglés Corea: le faltó añadir que no esperaba en Logroño semejante cosa). Lo peor de toda la actuación fue un montajito (digamos scketch, por si lo entienden mejor) sin gracia ninguna que se resuelve cuando Corea le da la vuelta a la partitura de Fleck: entonces se comprueba que dice realmente Piano and banjo donde Fleck sólo leía joban dna nopia. A la tercera vez que repiten la broma el público que no entiende inglés se pregunta qué demonios está pasando.

De este modo, el concierto, largo y con dos bises, tuvo mucha música pero con sus altibajos. Les costó entrar a ambos y en algunos momentos hubo problemas de afinación (en el intermedio afinaron el piano a la vista de todos), pero hubo también instantes memorables. Para mi gusto, lo mejor, el cierre de la primera parte con Waltse for Abby y el delicioso Mountain, ambos de Fleck, este último puro bluegrass que muestra las posibilidades de su instrumento sin necesidad de otros añadidos (y que recuerda por momentos aquella gran película de Boorman, Deliverance, en la que el banyo era un protagonista más). La segunda parte deparó unas muestras apetitosas de lo que pasa por la cabeza de los músicos cuando el público, fuera de esas bromitas, no les importa demasiado. Y no hay tantas oportunidades de ver a dos músicos en acción haciendo música sin preocuparse de mucho más. La introducción de Children's song #6 que Corea ya había grabado con Burton, permitió escuchar unos tanteos pianísticos cercanos a Bártok, Debussy y, sin duda, Prokofiev (aunque escuchar al ruso en manos de quien no sea Sviatoslav Richter hace añorar siempre las versiones de éste). Y fue entonces cuando Corea ofreció un impromptu pianístico de Dutilleux, compositor que, últimamente, parece estar de moda. Fue un momento delicioso. El resto de los temas tuvo ya al público a su favor pese a la rareza de lo que se oía. Igual daba ya que bromearan o tocaran cosas un tanto inusuales. El experimento había salido bien y Corea & Fleck cerraron regalando un blues y una pieza más del disco que ahora promueven por todo el mundo. Cerca de dos horas de espectáculo con sus más y sus menos y un público que quizá no estuvo lo cálido que otras veces. Y es que afuera hacía bastante frío y el escenario no incitaba a más.

3 comentarios:

marideliwes dijo...

Jardinero, no sé si has sido avisado ya, pero a tus múltiples tareas puedes ir añadiendo otra: la próxima entrega del vamosaescribirunanovela. Relajadamente :-)

Sir John More dijo...

Ah, estuve en Cehegín (Murcia) el día 14, y actuaban estos dos pájaros en Cartagena. Pero acabábamos de llegar de Sevilla y eran muchos más kilómetros, y con noche incluida. Así que me los perdí. De acuerdo con eso de que Corea sabe sacar partido de todo lo que le rodea. Lo vi en Sevilla no hace mucho con su gente de la Touchstone, y no sólo consiguió embobarme con su maravilloso arte, sino que consiguió con una maestría asombrosa hacer un grupo de aquel quinteto de figuras. Tengo que reconocer que Corea forma parte de la banda sonora de mi vida. Un abrazo, amigo jardinero.

FPC dijo...

No de la mía, aunque aprecio su música. hay otros que me llegan más y han estado más cerca, pero de todos modos no se puede perder la oportunidad de verlo y oírlo de cerca. Un abrazo, sir.

marideliwes: 'toy pensando... :-))