sábado, 29 de diciembre de 2007

La materia de los sueños

Estoy en un banco con alguien a quien conozco aunque no sabría decir quién es. Hacemos arqueo de un dinero que sé que es mío. Otro alguien nos ofrece una vulgar bolsa de plástico amarillo cuyo interior está dispuesto en bolsillos angostos en los que caben las monedas justamente, para formar columnas largas. Sólo diez por cada agujero, advierte ese otro alguien. Sé que manejamos pesetas, cosa que me parece natural, porque reconozco el grosor y el color de las piezas de veinte duros. Ese alguien a quien conozco y del que no sé decir quién es se sienta de pronto al piano mientras yo intento introducir las monedas previstas en cada uno de los bolsillos, estrechos y largos como dediles. Toca el piano porque oigo sus notas aunque no vea el teclado y no me extraña porque sé que el mostrador es un piano en el extremo que no veo. Un par de compases. Los reconozco. Le digo: eso lo escucho muchas veces, es el inicio del Concierto de Colonia. Me reta con una sonrisa y toca algo más: no sé qué.

Despierto.

Hace calor. Me desvelo. No puedo conciliar el sueño de nuevo. Me levanto. Me asomo a la ventana. Hay una niebla espesa, el termómetro que me regalaron hace tiempo marca grado y medio bajo cero en esa grisura rara de la noche. Me fijo más. Ha nevado levísimamente porque se ven difusamente cosas pintadas de blanco allí donde nunca el hielo podría agarrarse. Todo tan real y tan extraño como el sueño de hace unos momentos.

Todo compuesto de la misma materia. Fugaz. Pasajera. Incomprensible. Es el sentido de las palabras de Prospero:

Our revels now are ended: these our actors
As I foretold you, were all spirits, and
Are melted into air, into thin air:
And, like the baseless fabric of this vision
The cloud-capp'd towers, the gorgeous palaces,
The solemn temples, the great globe itself,
Ye all which it inherit, shall dissolve,
And, like this insubstantial pageant faded,
Leave not a rack behind: We are such stuff
As dreams are made of, and our little life
Is rounded with a sleep.


(WILLIAM SHAKESPEARE, The tempest, IV, I)


No estoy para traducciones. Los versos y su ritmo suenan hermosos tal cual con esa pequeña vida que se redondea, o culmina, o acaba, con un sueño que a mí no me viene. Sea.

(del diario de un jardinero insomne, diciembre de 2007)

3 comentarios:

Sir John More dijo...

Sí, amigo mío, Shakespeare dijo tantas verdades que nunca nos permitiremos oír... Un abrazo desde el sueño.

FPC dijo...

Y otro para ti desde este año que se nos va.

Anónimo dijo...

Uno más y uno menos, tienes razón,
Feliz entrada al 2008.
No creas que he olvidado la decisión pendiente sobre los alumnos ¿Has decidido algo?
Saludos