martes, 25 de diciembre de 2007

25... y más

25
Extraño parón el de hoy. Parece un domingo pero no lo es. Ayer estuvieron todos, hoy casi no queda nadie. El barrio se vacía de coches ajenos, de gentes que, como yo, vienen de fuera a ver a sus mayores. Ni siquiera hace frío. El justo para saber que ha entrado el invierno, que se notará más adelante. Los muñecos parecen seguir trepando por los balcones, tan estúpidos como ayer pero ahora sin sentido: en realidad deberíamos verlos bajar. Este año, además, ni siquiera ha habido excesos de comida o bebida. Ni de regalos. Parece que hemos entrado en un periodo de tranquilidad: imagino que eso es lo que llaman madurez. Siguen importando, mientras tanto, los asuntos de siempre. El trabajo, momentáneamente alejado; estas bitácoras, las amigas y la propia; el libro que tengo empezado. La música que escucho, a ratos. Las partituras que esperan y mi impaciencia por intentar interpretarlas ya. M., que no está aquí, no ha podido venir y a la que echo de menos. Si tuviera que poner un nombre a mi vida de estos últimos cuatro años sería el suyo.

... y más
Parece una cierta justicia poética pensar y sentir así precisamente ahora que ya no es el día, que es otro, el siguiente, ya no especial, aunque lo conozco bien porque en Fuenlabrada no se trabajaba el día de San Esteban. Era el patrono.

Como con A. Risas, preocupaciones, planes. Tienen que venir a Logroño. Con A., que me (nos) regala un cuadro, todo es sencillo y fácil. Aunque se nos nota más mayores: trasegamos menos cervezas (él, irreductible, piensa que lo que yo bebo no lo es; es una opinión que no comparto).


Esta noche cenaré con mis hijos. Mañana la vuelta. Todo es un poco provisional, volandero, fugaz. Supongo que la vida es justamente este pasar sin mucho fundamento.

Y supongo que todo esto puede resumirse en una sola palabra. Eso que llamamos, sin más, melancolía.

(del diario de un jardinero de paso, diciembre de 2007)

2 comentarios:

Cerillo dijo...

Igual tiene que ver con que los tiempos están cambiando y no sólo para los que guardan precaución con los excesos. Tiene que ver también con el post anterior y la lenta muerte de los absolutos. Las grandes ideas se desvanecen y los mitos perduran con la voluntad de tiempos pasados. El hombre sin atributos, sobrevive como en la edad media, día a día. El futuro que se vislumbra no da para planes a largo plazo que no sea hipotecarse sin demasiados remordimientos. No sería malo que las grandes ideas que amenazaron con cambiar radicalmente el mundo se diluyeran en aquellas domésticas donde impera el sentido común. No estaría mal que el sentido común adquiriera el sentido de su fuerza para cambiar el mundo sin grandes ideas. Quizás los excesos del hombre nos empiecen a aburrir y seamos capaces de sacar el grano de la paja debajo de tantos delirios de grandeza. Tenemos una legión de segundones que deben tener su crédito asegurado en un mundo donde las ideas las debemos aportar todos.

FPC dijo...

Ahí estamos, cerillo, con los segundones. Un abrazo desde este año ya viejo.