viernes, 14 de marzo de 2008

Jardín japonés



La piedra
entre la blanca arena rastrillada
no fue traída por la violenta naturaleza. Fue escogida por el espíritu
de un hombre callado
y colocada,
no en el centro del jardín,
sino desplazada hacia el Este
también por su espíritu.

No más alta que tu rodilla,
la piedra te pide silencio. Hay tanto ruido
de palabras gesticulantes y arrogantes
que pugnan por representar
sin majestad
las equivocaciones del mundo.

Tú mira la piedra y aprende: ella ,
con humildad y discreción,
en la luz flotante de la tarde,
representa
una montaña.

JOSÉ WATANABE

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