lunes, 7 de julio de 2008

Corbata

Quienes me conocen saben que no soy afecto a esa tira que aprieta el cuello y uniformiza el aspecto.

Quienes me conocen saben que en determinadas circunstancias me la pongo porque los cánones no establecidos así lo exigen: y no me duelen prendas (o corbatas).

Pero no podía imaginar que después de aquella descorbatada transición íbamos a llegar al siglo XXI con un garante del encorbatamiento. ¿O he perdido la cuenta y estamos en el XIX?

Por cierto: no logro hacerme el Windsor. Así que, descorbatado.


(del diario formalista de un jardinero, julio de 2008)

5 comentarios:

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Decía Cortázar que algunos ministerios, cuando en las horas nocturnas perdían la sílaba que los enmascara, tenían espejos donde no se reflejaban las corbatas. Por los pasillos institucionales se pasean a oscuras las ánimas descamisadas de sus ilustres moradores diurnos. Sin embargo, mientras luce el sol son capaces de transformar en hielo los muros de su cobijo con tal de no perder la compostura, con tal de que nadie grite que anda el rey desnudo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Sólo me gustan las corbatas en el cuello desnudo de una mujer.

FPC dijo...

Cortázar, lo sabes bien, era un agudo observador, además de transformar todavía con más agudeza sus observaciones en relatos. Qué te voy a decir a ti, rayuela

propaghandi, veo que sigues por aquí a pesar de no escribir mucho en tu blog... ánimo

Un abrazo a los dos

marideliwes dijo...

Mucho más guapo sin corbata, fpc. Menuda colección... :-)

FPC dijo...

Gracias: esta vez sí que me pongo colorado. Y el lunes tendré que llevarla. Colgaré una foto. :-)))