viernes, 5 de septiembre de 2008

In memoriam, jrpc (1916-2008)

Un trozo de hoja de calendario, de los de taco, los que usó toda la vida, marca la página 42. A partir de ella, los versos de Jorge Manrique, que releía con frecuencia, dicen una y otra vez lo que todos ya sabemos: que nuestras vidas son ríos, que el seso debe avivarse y despertar, que la muerte se nos viene tan callando. A veces, y por estrofas, leímos con él en casa algunas de esas líneas de hace tanto tiempo y que son inmortales, ellas sí.

Hoy, una de esas estrofas, viene a cuento de la ceremonia que tuvo lugar el miércoles, un día luminoso, de sol y aire alegre, en un cementerio de pueblo:

Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer,
de sus fijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio,
el cual la ponga en el cielo
y en su gloria,
y aunque la vida murió,
nos dejó harto consuelo
su memoria.

Criados no tuvo y hermanos no le quedaban: sí mujer e hijos, que allí estábamos. Y amigos, que acudieron a acompañarnos.

Memoria queda.


7 comentarios:

amart dijo...

Un fuerte abrazo, uno más. Y el deseo de que me sepas cerca.

marideliwes dijo...

No tan cerca como tu amigo, pero aquí estamos. Estaremos.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Qué decir. Te aprieto fuerte el brazo. Y me quedo al lado un rato.

Jorge Ordaz dijo...

Aunque sepa a poco, aquí va un abrazo.

marideliwes dijo...

¿Vuelves?

Portarosa dijo...

Un abrazo muy fuerte.

FPC dijo...

Gracias por vuestras palabras y vuestra compañía, amigos. Hacen falta.
Un abrazo.