miércoles, 28 de marzo de 2007

Extrasistolia

Las arritmias son alborotos del corazón. Preferimos que se aplaquen pero nos hacen temer su silencio definitivo.

(del diario de un jardinero, marzo de 2007)

5 comentarios:

Paralelo 49 dijo...

Ese silencio no existe.

FPC dijo...

¿No existe o no lo conocemos porque cuando existe somos nosotros los que no estamos para saber que eso es, justamente, el silencio?

Saludos y gracias por pasar, aunque sea de manera tan leve y cuasi críptica.

Paralelo 49 dijo...

Supongo que sí que tienes razón. Yo cuando lo leí me fui por las ramas y me recordó a Glenn Gould y su búsqueda incesante del silencio absoluto que no encontró nunca ni en los lugares más recónditos.

Y aunque falte el ritmo, desde luego que no deje de sonar; que no nos deje ausente de respuestas.

Cruzar el umbral de estos Jardines Secretos, es siempre un placer.

Saludos

FPC dijo...

El placer es mío. Y más cuando mencionas a Gould. No me canso de escucharle y aunque comparo sus versiones de Bach con otras siempre termino volviendo a él. Salvo las Suites francesas, que me parecen frustradas, todo lo demás raya a una altura inalcanzable.

De todos modos, es curioso lo que dices de su búsqueda del silencio: él que canturreaba hasta en los pasajes más pianísimos. ¿Tenía miedo de quedarse solo con la música? ¿No podía producirla sin contribuir corporalmente a enturbiarla?

Saludos.

Paralelo 49 dijo...

Lo de la búsqueda del silencio se lo leí a Yturralde una de las veces que estuve persiguiendo y rescatando (en el sentido de recobrando el tiempo) a Gould aquí en la Red. Me gustó mucho aquella vez que lo leí,lo había olvidado y lo recordé el otro día con tu mención del silencio.

He vuelto a buscarlo y como no veo ninguna dirección a donde enviarlo, espero que no te importe que lo deje aquí.



El Silencio

Jose María Yturralde

Como la lluvia fina que exige una atención distante, pero alojado en su interior difuso y exacto, quisiera poder aventurar aquella leve presencia sin espacio, mejor que intentar describir esa nada, con estas palabras seguramente vacías.
Recojo de un gran músico “La idea del Norte”, como una arcadia-refugio silenciosa,desierto helado acogedor para una tremenda individualidad agobiada, como era Glenn Gould buscando el silencio absoluto, el fondo que llenara los intervalos musicales sin interferencias, demostró la inutilidad de esta presunción, descubriendo que hasta en los más remotos parajes la tranquilidad se puede conmocionar ante el paso de un avión, o por los distintos sonidos propios de la naturaleza, el viento, a veces terrible, los animales, el crujido del hielo en sus movimientos.
(...)