viernes, 13 de julio de 2007

Julio Martínez Mesanza

¿Qué hay entre el muro y el foso? Nada. Sólo el vacío que se desploma en agua. El extranjero mira desde fuera del foso y no puede entrar. El habitante del castillo está preso en su fortaleza protectora y tampoco puede salir. ¿Qué es posible, entonces? Sólo el conjuro de la noche, de la palabra como un ensalmo, de la cantilena que se entona para llegar a mañana.

Hay muchos versos en este libro que deben releerse para que ofrezcan todo su jugo una vez leídos una vez primera. Dicen esas líneas lo que el habitante del castillo se dice a sí mismo para verse como el extranjero que no puede superar el foso y el muro con el fin de verse convertido, a su vez, en habitante del castillo. Un enfoque, una perspectiva, un modo de ver:


Y después del dolor y de la sangre
no hay nada al otro lado de este puente.
Lo he cruzado sabiendo que no hay nada,
sólo la sangre y el dolor que dura,
y, luego, ni el dolor siquiera, nada,
sólo la misma landa indiferente.


Libro de poco peso pero hondo, no me cabe duda de que este foso que se yergue en muro no será mal compañero para este verano.

4 comentarios:

Neves de ontem dijo...

Parece abrirnos las puertas a un espacio diferente. Saludos.

Anónimo dijo...

Si el libro fuera mío, el hueco entre le muro y el foso, lo llenaría de flores, ilusiones y fantasía, alejaría la tristeza y la soledad, al final el resultado sería el mismo...¿No crees?

Saludos

FPC dijo...

Las abre, neves, las abre. Y ese hueco entre el muro y el foso, luna, es justamente donde cada cual debe poner lo que la parezca.
Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

¿Me dejas que haga una pequeña broma?

¿ Valdría unos marisquitos con un buen alvariño y una deliciosa tarta de Santiago? a estas hora, me muero de hambre.