miércoles, 7 de noviembre de 2007

Elegía de un parque


Se perdió el laberinto. Se perdieron
todos los eucaliptos ordenados,
los toldos del verano y la vigilia
del incesante espejo, repitiendo
cada expresión de cada rostro humano,
cada fugacidad. El detenido
reloj, la entretejida madreselva,
la glorieta, las frívolas estatuas,
el otro lado de la tarde, el trino,
el mirador y el ocio de la fuente
son cosas del pasado. ¿Del pasado?
Si no hubo un principio ni habrá un término,
si nos aguarda una infinita suma
de blancos días y de negras noches,
ya somos el pasado que seremos.
Somos el tiempo, el río indivisible,
somos Uxmal, Cartago y la borrada
muralla del romano y el perdido
parque que conmemoran estos versos.


JORGE LUIS BORGES, Los conjurados


(N.B. Este jardín no puede ser más que para C. y J.C. por su acogida y su amistad y porque C. lo conoce bien, y con motivo)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hemoso poema para un lugar entrañable. Gracias

Anónimo dijo...

Me uno a la cónyuge en el agradecimiento.
JC