De vuelta de un viaje a V. ordeno para beneficio de mi cabeza las cosas vistas, oídas, ocurridas y padecidas. El resultado es una larga lista que, como siempre, combina los sinsabores con las alegrías, las esperanzas con el abatimiento. Todo es así. Y la lista (que me paro a hacer porque, de pronto, me entra una urgencia inaudita de repasar en qué consisten mis días) arroja, insisto, una especie de inventario de lo que son. Los míos y los de cualquiera, quiero creer. Una pareja de jóvenes que espera su primer hijo. Un amigo al que el Alzheimer aleja irremisiblemente de la vida, como un madero que las olas se van llevando mar adentro. Un libro que está por escribir. Otro, leído, que deja una huella especial y sobre el que habrá que volver. El reencuentro al llegar a casa. La vida que sigue en forma de encargos que deben cumplirse, la perspectiva de esta semana en que M. abre, por fin, la tienda. Ilusiones que hacen olvidar las amarguras. La vida que sube y baja como un tobogán estúpido y divertido a la vez. Que nos obliga y nos lleva y nos trae y nos acosa y nos regala lo inesperado. La vida misma, en fin, la vida misma.
(del diario de un jardinero, diciembre ya, de 2007)
4 comentarios:
Estúpida y divertida a la vez... Bien dicho, amigo mío, bonito y esclarecido texto sobre esto que nos pasa. Un abrazo.
Me gusta cada vez más este diario, jardinero. Ese velo que vuelve imprecisos los datos y que sin embargo resalta el volumen exacto del hueso de la vida, rebañado tan certeramente en tus palabras.
Un abrazo y mucha suerte para M. con su nuevo proyecto.
Demasiadas cosas, amigo, en un periodo tan breve. Permítete una pausa, aunque sea ligera, para recomponer, revisar, asumir. Luego, respira y sigue. ¿Qué otra cosa es esa vida misma, sino seguir, seguir...?
Un abrazo y suerte. Para ti y para M.
Gracias a los tres. Lo cierto es el "diario" es un modo de salir del paso que va convirtiéndose en algo con impulso por sí mismo. Un abrazo.
Publicar un comentario