lunes, 17 de diciembre de 2007

PISA, moreno

Sin que sirva de precedente, voy a pedir consejo, no porque me moleste pedirlo (o recibirlo) sino porque esta bitácora no está para eso. Pero se me plantea un caso que vuelve a incidir en los problemas planteados en días pasados con motivo de la educación, el informe PISA y demás. Ahí va una muestra que, quizá, sirva de reflexión. Y, recuérdese, por favor: si desea comentar, deje también su consejo. Lo agradeceré.

El día 1 de octubre comienza el curso y se presenta a los alumnos la asignatura F. Se indican las normas (contenido, evaluación, calificaciones, etc), que aparecen además publicadas en el Aula Virtual de la asignatura (un espacio intranet, con claves, restringido, dentro de la web de la universidad: cada asignatura tiene su aula) y en el programa que la universidad publica en sus páginas institucionales.

Un par de semanas después se entregan, impresas, a los alumnos, las normas concretas (recogidas en la información general publicada en web) que deben seguir para entregar un trabajo A. El momento límite de entrega se establece a las 14 horas del viernes 14 de diciembre. Dado que el trabajo hay que enviarlo por correo electrónico, se encarece a los alumnos a que no dejen la entrega para último momento, ya que puede haber problemas de saturación, de servidor, de yo qué sé, que impidan el cumplimiento del plazo. Y se indica, por escrito y de viva voz, que no se admitirá ningún trabajo que llegue fuera del plazo establecido. Cabe añadir que los alumnos así tratados son alumnos de 3º (en una ingeniería técnica, tres cursos) y que, por tanto, ninguno tiene menos de 21 o 22 años.

Resultado. Se reciben 26 trabajos en plazo. 5 alumnos emplean todos los medios para hacérmelo llegar, incluyendo direcciones de correos de amigos o parientes, con lo que en realidad recibo 36 mensajes. Sólo uno incluye el recomendado acuse de recibo: tres o cuatro alumnos preguntan en clase si he recibido los suyos. Cabe concluir que no hay una confianza generalizada en las nuevas tecnologías o que, al menos, una buena parte del alumnado, incluso manejándose con ellas, prefiere asegurar el resultado.

El viernes por la tarde, mi correo registra a las 16:29 la entrada de un mensaje con otro trabajo, mensaje que se repite a las 16:40. El mensaje sólo contiene adjunto el trabajo pedido, sin más explicación. A las 17:26 aparece otro que, este sí, incluye la siguiente aclaración (corto y pego, sin trampa ni cartón):

"Buenas tardes:

He tenido un problema con mi pen drive que se me a roto un pin de la clavija y n o e podido hasta ahora conectarlo, se que en las normas del trabajo deja bien claro que no se tomaran encuenta trabajos después de la fecha y hora, pero te lo entrego de todas formas que e conseguido conectar el pen drive.Gracias"

¿Qué debo hacer? ¿Les aplico a los dos el rigor previsto y explicado de antemano o, aunque sólo sea por la carcajada que me ha provocado dejo pasar a este último (y, por ende, también al anterior)? Y, con más fondo y en serio, pregunto: ¿acaso no tiene algo que ver esto, incluyendo mi actitud contemporizadora (a buena hora iba a contemporizar un profesor en la universidad de finales de los 60 con alumno ninguno), con el informe de marras?

Gracias de antemano.


(del diario de un jardinero indeciso, diciembre de 2007, última semana de clase del año, a ver si desaparecen todos de una vez y me dejan en paz...)

11 comentarios:

marideliwes dijo...

Supongo que las decisiones tajantes, las unidas a un plazo, son las más fáciles de tomar: "el trabajo no ha llegado a tiempo, por lo tanto no será recogido". También cabría su contraria, igual de tajante: "Bueno, un día más o menos, ¿qué más da?" :) Cualquiera de las dos te resultará fácil, supongo, y acabarás con el problema. Pero es evidente que no puedes tratarlo igual que al resto de sus compañeros que sí que ha entregado el trabajo en un plazo marcado por igual para todos. Así que, yo le propondría un castigo :-)

Posibles castigos:

- Leer un libro, el que tú le digas.
- Recomendar un libro al resto de compañeros
- Arreglar todos los pendrives de la clase.
- Hacerse un blog :-) o escribir un texto de más de dos hojas sin cometer ninguna falta de ortografía
- Otro tipo de tareas a la comunidad como transportar libros, limpiar los cristales de la clase, plantar un árbol o lo que se te ocurra relacionado con la asignatura

También es evidente que le emociona más haber arreglado el pen drive que el trabajo que le has encargado. Por ahí, supongo, habrá que avanzar. Yo lo entiendo bastante :-)

Nota: Líbrenos dios de dar ningún consejo o, al menos, que nos lo tomen como tal.

Ya nos dirás que decisión tomaste :-)

Y sobre los 60, y los 70... habría casos para todo, ¿o no?

amart dijo...

Querido amigo, cuando se me pase el dolor de tripa provocado por la estruendosa y prolongada carcajada después de leer tu texto, tendré que dar paso, sin remedio, a un amargo y no menos prolongado llanto.
Con tanto quehacer, no sé si me quedarán ganas de dar consejos. Pero sí te haré una recomendación: con el tacto que te caracteriza, manda a ese aspirante a ingeniero técnico a plantar cebollinos. Contempori... ¿qué? ¿Con este ganado? Cuánto os admiro, docentes.

M. dijo...

Dijo Felipe González que supo lo que era el poder cuando se dio cuenta de que el último teléfono que sonaba siempre era el suyo. Y una mierda, pienso yo. El teléfono que está sonando ahora es el tuyo, y el de miles de profesores como tú, y me temo que no podeis elevar la llamada. Eso también es poder, pero sobre todo desconsuelo. Un saludo.

Anónimo dijo...

Humildemente, desde un colega de la Secundaria, me encuentro en un dilema similar. El plazo para los trabajos obligatorios era el viernes y eso privaba de acceso al examen de recuperación. Me han entregado trabajos, lunes, mártes y hoy miércoles. Y no sé qué hacer. Realmente no lo sé. Pero como me conozco, buscaré la manera de ser benevolente o un pringao, según se mire. En realidad creo que soy cobarde y por eso admitiré esos trabajos. No doy consejos en esto porque no creo nunca estar en posesión de la verdad.

Con lo que decidas, bien hecho.

FPC dijo...

Gracias por vuestros comentarios que animan aunque dejan poco margen a la esperanza.

Sí tengo clara una cosa: pase lo que pase no les mandaré leer ningún libro. La lectura no es un castigo y no debe serlo. Si leen, que lean. Si no, ellos se lo pierden.

Gracias, de nuevo, y un abrazo a todos. Y feliz año.

Anónimo dijo...

Buenos días:
Su fuese el profesor, admitiría el trabajo de los dos, lo han mandado un poco tarde y puede haber alguna otra razón.
Pueden estar combinando estudio y trabajo o surgido algún problema que no quieran o no puedan comentar.

Los admitiría con una condición al de correo...copiar 500 veces cada falta de ortografía, da igual la edad que tenga y a mano, no vaya a ser que se le ocurra hacerlo en el ordenador.

A los dos preguntaría las razones del retraso, es una forma de saber algo más de los alumnos.

Feliz año.

Saludos.

FPC dijo...

Te agradezco el comentario y el consejo, luna. Lo de hablar con ellos ya lo hice (después de hacer mi entrada) y conocerlos, los conozco ya un poco de otros cursos. Las condiciones eran inequívocas y terminantes: por eso me encuentro en un dilema, porque me cuesta aplicarlas a rajatabla.

Bienvenida en todo caso. Y feliz año.

marideliwes dijo...

Fpc, espera...

Por supuesto que la lectura no es ningún castigo :-) ¿Tus trabajos si? Tengo yo con el padre de mi hijo una discusión permanente en este sentido. Leer requiere un esfuerzo, aprender a leer requiere un esfuerzo. Y alguien tiene que decirselo aunque sólo sea una vez. Las señoritas de mi hijo también lo dicen: los niños tienen que leer no como un castigo... Bueno, bueno, que te acepten un trabajo fuera de plazo no es precisamente un "castigo". ¿Negociación?, ¿compensación?

Y se me olvidaba: toda mi admiración para los docentes. Sobre todo... desde que tuve un hijo :) pero me reconocerás que, como en todo, los hay menos buenos, profesores que pasan sin pena ni gloria... y que ni siquiera te recomiendan un libro :-)

FPC dijo...

Veamos. Me refería a unir la idea de recibir (sufrir) un castigo por algo distinto que se ha hecho mal, o a destiempo, o no se ha hecho, con la idea de leer. Leer requiere un esfuerzo, es indudable, pero no me gustaría que fuese el esfuerzo de cumplimentar una tarea con el fin de quedar "limpio de culpa". Era sólo eso. Mis alumnos me oyen hablar de libros, de literatura y de filosofía en clase pero, lo reconozco, tales menciones pasan sin pena ni gloria el 99% de las veces.

Por la admiración, gracias, pero yo no creo merecerla. La merecen los docentes de primaria y secundaria que tienen que lidiar con lo imposible. Aquí, en la uni, tenemos lo más estudioso (que no quiere decir bueno), pagan (modestamente) por estar y aprender y aunque no lo reconozcan, por impulsos familiares o personales, quieren tener un título. Así que se pliegan bastante a todo lo que deben hacer y se les marca. Créeme que no me importa la consideración mejor o peor que me tengan mis alumnos como persona (en ese aspecto puedo decir que no saben quién soy) pero sí como profesor: equitativo, riguroso en la docencia, respetuoso con los alumnos. Y créeme que si no les acepto el trabajo (sigue pendiente encima de la mesa, de hoy no pasa) no me van a considerar peor como profesor: más, es probable que gane en su estima proque sería coherente con mi trayectoria docente, que ellos ya conocen. Lo que no quita para que me inquiete saber si debo o no ser tan riguroso. Digamos que es una cuestión de principios más que de aplicación de los mismos.

Finalmente, no me hagas hablar. Yo me considero corriente pero sé que los hay malos.

Un buen fin de año para ti, el padre de tu hijo y tu hijo. Y buenos libros.

Anónimo dijo...

Sería un buen regalo para reyes...¿No crees?

Gracias por desearme feliz año nuevo.

Saludos cordiales.

marideliwes dijo...

Se llama Borja (el padre). Un tipo interesante; y guapo :-) Y "Diario de un mal año" le encantó :-)

Gracias y a disfrutar.