viernes, 11 de enero de 2008

Everest

El café matutino me trae la noticia de la muerte de Hillary. Edmund Hillary. Muchos hoy no sabrán quien fue. Y a mí me cuesta nombrarlo a él solo. Porque en mi niñez Hillary y Tensing (escrito así, antes de que se implantara el pinyin) fueron dos héroes que alimentaron ensoñaciones de futuro.

No era difícil soñar. Mi primera infancia fue, supongo que como la de todos, una entremezcla de realidades y ficciones: el mundo de los niños es así. Todavía veo un cartel de Eisenhower en un escaparate vacío en una esquina de una calle de Madrid: formaba parte de la propaganda de la visita del entonces presidente. No sé por qué, muchos años después, asocié ese escaparate gris y desnudo con unas páginas de una novela de Musil. Recuerdo que se hablaba entonces mucho de los sputnik y de la "perrita" (nunca se decía de otra manera) Laika. Castro era otra mención frecuente e, inexplicablemente, vinculo su mención a una mujer planchando en casa, no sé quién era. La televisión entró por aquel entonces en nuestra casa: un cajón con imágenes tan blancas, negras y grises como la realidad circundante del Madrid de esos años 50. El único color, auténtico, venía del verano, en S.


Hoy, con mis articulaciones un tanto tocadas, no me veo como alpinista aunque intenté en una ocasión formar parte de un grupo de montaña. Pero entonces, como muchos otros de mis compañeros, quería ascender al Everest. Sin oxígeno. Y claro es, con Tensing.


(del diario infantil de un jardinero, enero de 2008)

4 comentarios:

Cerillo dijo...

El tejido de los recuerdos se pone vívido cuando las articulaciones castañean. Me gusta la imagen gris de Eisenhower, esa clase de recuerdos que no tienen sentido, que se nos aparecen de vez en cuando como foto fija sin ningún motivo. ¿Qué clase de clave guardan escondida en su simplicidad?

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Un aspecto interesante de la conquista del Everest fue que todas las fotos que existen de los montañeros en la cumbre muestran sólo a Tenzing, su acompañante sherpa. Cuando le preguntaron por qué no había fotos en las que apareciese él, Sir Edmund Hillary respondió, "Tenzing no sabía cómo funcionaba la cámara y en la cumbre del Everest no había lugar para comenzar a enseñarle." Hillary y Tenzing continuaron siendo amigos durante el resto de sus vidas.

Un abrazo.

susana espíndola dijo...

Hola! Recién anduve por Diarios de Rayuela y ahora lo encuentro aquí, habiendo dejado un mensaje y su comentario, que le agrega un plus ya no sólo a esa aventura al Everest (que no tenía presentes sus nombres) sino del lazo de amistad entre ambos. Y tu propio recuerdo de infancia sobre aquellos héroes de intrépidas aventuras y que alimentaban desde aquellos ojos el anhelo de alcanzar hazañas como aquellas.
Alcanzar una "cima" como propósito que nada en el camino habría de ser un obstáculo ante un ideal en juego.
Sueños entremezclados a la vida por venir, a esa idea de adultez y de los sueños en marcha.
Creo que los modelos que se despliegan ahora, lejos están para los niños de nuestra generación de aquellos. Como suelo decir, asistimos a una transición extraña en nuestra época respecto a valores, ideales... que no se sabe aun en qué decantará.
Pero como aquellos ya no hay.
saludos!!!!

FPC dijo...

Gracias cerillo, diarios y susana. Ando un poco atareado y no me da tiempo a escribir demasiado. Espero que no dure mucho más que este mes. Ya veremos. Procuraré volver pronto.
Un abrazo.